Esa tarde del Miércoles Santo..... Negro cielo empañado de cristal, no quería el Señor llorar, pero sus lagrimas corrieron por entre las calles de Guadalcanal como si de sus rojas mejillas fuesen... esa era el agua que nos dejó sin poder pasear, esas eran las lagrimas del Señor de la Humildad, que sin ser Costalero quiso enfundarse su costal y bajar de lo alto de la Peña para colgarse de una trabajadera mas, la que llevaba a su Madre, Nuestra Señora de la Paz.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario